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Hoy actualizamos nuestra web con la triste noticia del fallecimiento de nuestro socio y amigo D. Luis Martinez Bernal, que tras muchos años luchando ya descansa.
Nuestro más sincero pésame a todos sus familiares y amigos, que nos consta son innumerables.

Os dejamos el precioso escrito publicado el sábado en el diario murciano «La Verdad» junto a su esquela:

 

La flecha rota

GARCÍA MARTÍNEZ

Estaba el chaval agarrándose a la vida con toda su alma. Fue como si, tras la lluvia, hubiese resbalado en el tejado desde el que contemplaba, con pasmo, el arco iris. Y al caer al vacío, se quedara sujeto a la tubería por la que bajaban las aguas, gorgoteando, hasta la acera de la calle.

Allí se mantuvo, sabiendo que, antes o después, lo abandonarían las fuerzas. Hasta que ayer, mientras imaginaba el Belén de su infancia parpadeando en un rincón, percibió que volaba y volaba, pero no para estrellarse en el asfalto, precipicio abajo, sino hacia lo alto, donde dicen que Dios tiene puesta su casa.

Este Luisico quedó al final en flecha rota justo por la mitad. Pues aún le quedaban por vivir -según prometía el certificado de lo que es una existencia ‘habitual’ en este mundo- tantos años como los ya vividos hasta ayer. Resultó, sin embargo, que ese papel que digo acabó en papel mojado. Pasó entonces lo que no tenía que pasar: que se murió antes de tiempo.

Se le vino encima al chiquillo, que era alegre y confiado, una enfermedad degenerativa que, cada día, con una agresividad intolerable, el muchacho llevó como pudo, consciente en todo hasta el momento final, cuando los paliativos entraron en escena. Te hablaba con los ojos y moviendo los párpados. Y dormía con el transistor pegado a la oreja, por temor a morirse en la oscura noche. Deja muchos amigos y unos familiares que han compartido con él, cuidándolo amorosamente, el peso de los designios de un dios malo.

Añoraba desde su inmovilidad los tiempos en que colaboraba en la COPE, como comentarista de cine. Allí encontró afecto y admiración por parte de los oyentes y de sus compañeros en la emisora. Y esto le ayudaba a no escuchar los ruidos de la flecha que se iba rompiendo poco a poco y que ayer mismo quedó definitivamente rota.

(*) A mi mujer, que lo quería.