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Diagnóstico de la Esclerosis Múltiple

El diagnóstico de la Esclerosis Múltiple, conocida como la enfermedad de las mil caras por la diversidad de sus síntomas, es muy complejo y suele requerir un cierto tiempo.

Actualmente la “regla” básica para efectuar un diagnóstico de la Esclerosis Múltiple requiere que se reúnan las dos condiciones siguientes:

  • Que existan pruebas objetivas de al menos dos áreas de pérdida de mielina, o lesiones de desmielinización, que aparezcan en dos zonas neurológicas distintas y separadas en el tiempo. Esto significa que las lesiones se han presentado en diferentes lugares y diferentes ocasiones dentro del cerebro, la médula espinal, o el nervio óptico.
  • Que se hayan descartado objetivamente el resto de enfermedades que pueden causar síntomas neurológicos similares.

Estas dos condiciones, llamadas Criterio de McDonald, permitieron en 2005 consensuar la práctica médica en el diagnóstico de la Esclerosis Múltiple y establecer un diagnóstico más temprano de la patología. Sin embargo, pueden tardarse meses en obtener dicho diagnóstico, ya que en ocasiones, las pruebas se deben repetir varias veces para poder reunir la información necesaria en las distintas zonas y en distintos momentos. Todo ello sin contar con que, si el afectado/a acude a la consulta con un brote, al remitir éste sin un diagnóstico establecido, a veces pasan años hasta que se presentan otros síntomas u otro ataque que permite confirmar que se padece la enfermedad.

Para confirmar el diagnóstico de la Esclerosis Múltiple se necesitan dos tipologías de pruebas:

  • El examen físico
  • Pruebas diagnósticas

– Examen físico

Cuando el afectado se presenta en la consulta médica con síntomas compatibles con la Esclerosis Múltiple, que no se explican a priori por otras causas, el procedimiento habitual es elaborar una historia clínica detallada, que incluya todos los síntomas de la persona, tanto pasados como presentes. Para ello, el médico realizará una serie de exámenes físicos para comprobar si existen signos que puedan explicar los síntomas o señalen la existencia de una enfermedad que podría ser desconocida para la persona.

Los signos no son lo mismo que los síntomas. Los signos son señales de la enfermedad que son objetivamente determinadas por un médico. Algunos signos pueden explicar los síntomas de una persona, pero otros no tienen un síntoma asociado.

Entre los signos más comunes que puede detectar el médico durante un examen físico y que pueden señalar anomalías neurológicas, están:

  • Un movimiento ocular alterado y una reacción anormal de las pupilas
  • Cambios sutiles en el habla
  • Alteración de los reflejos
  • Problemas de coordinación
  • Alteraciones sensoriales
  • Muestras de espasticidad o de debilidad en los brazos o piernas

El examen físico puede consistir en lo siguiente:

  • Un examen ocular, que podría revelar la existencia de daños en el nervio óptico.
  • Un chequeo de la fuerza muscular, tirando y empujando con firmeza de los brazos y las piernas del paciente.
  • Medir la coordinación, normalmente con una prueba en la que se pide al paciente que se toque la nariz con la yema del índice rápidamente, primero con los ojos abiertos y luego cerrados.
  • Un examen de la sensibilidad de la superficie corporal, que se realiza con un alfiler y con el roce de una pluma o un toque delicado.
  • Una prueba de sensibilidad vibratoria, realizada con un diapasón que se aplica contra una articulación para que el paciente experimente una sensación de zumbido o vibración.
  • Una prueba de los reflejos, utilizando un pequeño martillo de goma.

 

– Pruebas diagnósticas

El examen físico se complementa con pruebas diagnósticas y de laboratorio. La prueba más determinante, capaz de detectar placas o cicatrices que podrían estar causadas por la Esclerosis Múltiple, es la resonancia magnética (RM). La RM permite obtener de forma no invasiva imágenes muy precisas del cerebro y ha supuesto un avance clave en el diagnóstico de esta enfermedad neurodegenerativa.

La resonancia magnética no emplea radiación, sino magnetismo y ondas radioeléctricas. Campos magnéticos potentes interactúan con los átomos de hidrógeno del agua que contienen todos los tejidos y fluidos del organismo. Las señales de radiofrecuencia hacen que estos átomos de hidrógeno liberen energía, y las computadoras traducen los cambios en imágenes seccionales cruzadas.

Es un procedimiento de exploración muy sensible y puede producir imágenes de lesiones o de zonas dañadas que pasarían inadvertidas con un escáner.

Sin embargo, como toda prueba diagnóstica, la RM tiene limitaciones. Así, una RM anormal no implica, necesariamente, que exista Esclerosis Múltiple. Hay otras afecciones que causan lesiones cerebrales muy similares a las que produce la EM. Y a la inversa, una RM con resultado normal no descarta por completo la existencia de Esclerosis Múltiple. En un 5% de pacientes en quienes se ha confirmado el diagnóstico de Esclerosis Múltiple en base a otros criterios, la RM no muestra lesiones en el cerebro. Estas personas pueden presentar lesiones en la médula espinal o pueden incluso tener lesiones que no puedan ser detectadas mediante la RM.

Por ello, para establecer un diagnóstico claro, es necesario evaluar tres parámetros:

  • los síntomas y los signos,
  • los resultados de una RM, y
  • excluir otras patologías neurodegenerativas mediante pruebas diagnósticas complementarias.

 

– Pruebas Complementarias

Si después de realizar el examen físico y la RM siguen existiendo dudas en cuanto al diagnóstico, se pueden llevar a cabo otras pruebas complementarias, como las de potenciales evocados y la extracción de líquido cefalorraquídeo y de sangre.

Las pruebas de potenciales evocados (PE o EP en inglés) son estudios eléctricos de diagnóstico que pueden mostrar si ha habido una disminución en el flujo de mensajes en varias partes del cerebro. A menudo delatan la presencia de cicatrices a lo largo de las vías nerviosas que no pueden detectarse de otro modo.

El líquido cefalorraquídeo, extraído mediante una punción lumbar, se examina con el fin de detectar los niveles de ciertas proteínas del sistema inmunológico y la presencia de anticuerpos llamados “bandas oligoclonales”. Estas bandas indican una respuesta inmune en el sistema nervioso central y se encuentran en el fluido cerebroespinal del 90% al 95% de las personas con Esclerosis Múltiple. Sin embargo, también están presentes en otras enfermedades y, por consiguiente, las bandas oligoclonales de por sí, no pueden considerarse como una prueba definitiva de la existencia de EM, siendo sólo un complemento de las pruebas ya mencionadas.

No existe ningún marcador bioquímico específico asociado a la Esclerosis Múltiple que se pueda detectar en un análisis de sangre, sin embargo, estos análisis sÍ sirven para descartar de forma positiva otras causas de síntomas neurológicos similares, como la enfermedad de Lyme, un grupo de afecciones conocidas como “enfermedades colágeno-vasculares”, ciertos desórdenes hereditarios poco comunes y el SIDA. Por ello los análisis de sangre se usan como prueba de exclusión, tal como se ha comentado anteriormente.

 

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