Su apariencia es de chica sana, sin embargo, perdió el 90% de la sensibilidad en los antebrazos, manos y piernas. La fatiga acompaña cada uno de sus pasos de manera silenciosa, no puede ni coger una taza de café. A la hora de caminar parece que lo hace con zapatos de aletas puestos. Su pisada es como la de un pato; es la única manera que tiene de mantener el equilibrio. Sara es el perfil de una chica de 30 años que acudió al hospital porque la mitad de su cuerpo se paralizó. La respuesta del médico fue: «Te voy a dar una noticia buena y otra mala: ‘No has sufrido ictus y tu diagnóstico es esclerosis múltiple’».
Se trata de una enfermedad degenerativa y crónica del sistema nervioso, y de momento sin cura. Es de origen autoinmune y afecta al cerebro y la médula espinal. Según datos de la Sociedad Española de Neurología, la sufren 47.000 personas en España, 700.000 en Europa y 2,5 millones en todo el mundo.
En Castilla y León Medora arroja un total de pacientes atendidos desde el sistema público de salud de 2.375, dato que, según informaciones de los Servicios de Neurología, está por debajo de la realidad y podría situarse en torno a los 3.600 pacientes (1 por mil habitantes, aproximadamente). Cada año se diagnostican 1.800 nuevos casos en nuestro país, de los cuales el 70% corresponde a personas en edades comprendidas entre los 20 y los 40 años, lo que la convierte en una de las afecciones neurológicas más comunes entre los jóvenes, aunque existen formas precoces y también tardías de la dolencia.
El que sea una enfermedad de origen autoinmune, explica María Luisa Nieto Callejo, investigadora del Consejo Superior de Investigaciones Científicas en el Instituto de Biología y Genética Molecular (IBGM) de Valladolid, quiere decir que el sistema inmune ataca a estructuras y moléculas del propio organismo, en este caso a la mielina, que es la sustancia que envuelve las fibras nerviosas o neuronas. «La mielina favorece la conducción de los impulsos nerviosos, por lo que cuando resulta dañada se produce una interrupción de esta transmisión y aparecen los síntomas y signos característicos de la enfermedad. La evolución de la esclerosis múltiple es diferente en cada persona».
Las lesiones pueden producirse en cualquier parte del sistema nervioso central, lo que provoca que sus manifestaciones también puedan ser múltiples, de ahí que se la conozca como ‘la enfermedad de las mil caras’. Dependiendo de su comportamiento clínico, la esclerosis múltiple se clasifica de manera tradicional en cuatro subtipos o formas clínicas. El tratamiento actual contempla tanto farmacoterapia como el tratamiento rehabilitador físico y neuropsicológico.
La investigación camina para dar con la tecla que abra la puerta a su cura. En este punto, investigadores del IBGM y de la Universidad de Atenas (Grecia) han comprobado el efecto protector de la administración inyectada de oleaceína, un compuesto fenólico presente y aislado del aceite de oliva virgen extra, en un modelo de ratón con esclerosis múltiple. «Se caracteriza por presentar una gran variedad de propiedades farmacológicas que incluyen acciones antiinflamatorias, antioxidantes, vasculoprotectoras… Estos efectos se han demostrado mediante estudios en células y en modelos animales», apunta.
¿Cómo llegaron a esa conclusión? El equipo participante en el estudio administró oleaceína en forma inyectable a un modelo murino de esclerosis múltiple y evaluó sus efectos sobre los signos y síntomas de la enfermedad en el ratón, que se caracteriza por la pérdida de peso y la parálisis ascendente.
El resultado más relevante que observaron fue una ralentización de los síntomas clínicos en los ratones enfermos. «Aquellos tratados con oleaceína tenían menos grado de parálisis en las extremidades que los no tratados. Además, en aquellos ratones tratados, esta apreciación general se acompañaba de una disminución de los parámetros inmuno-inflamatorios y de estrés oxidativo asociados a la enfermedad», detalla Nieto Callejo.
Un paso al frente «clave» en el tratamiento de esta patología neuroinflamatoria de origen autoinmune, ya que, tal y como subraya la investigadora del Consejo Superior de Investigaciones Científicas en el Instituto de Biología y Genética Molecular de Valladolid, el potencial efecto de la oleaceína en este tipo de enfermedades no ha sido evaluado con anterioridad. Es verdad, admite, que sí se ha empleado con éxito en modelos experimentales de otras dolencias neurológicas como la enfermedad de Alzhéimer.
En esta línea, el aceite de oliva virgen extra es único entre los aceites vegetales debido a la elevada concentración en ácidos grasos omega 9 y de compuestos fenólicos que posee, entre los que se encuentra la oleaceína. Aunque en su estudio no se emplea el aceite de oliva como tal, sino un producto purificado de él, en otros trabajos, como el estudio PREDIMED, han mostrado que el uso continuado del aceite de oliva virgen extra (y la dieta mediterránea, en general) parece tener efectos positivos tanto en la función cerebral como en la salud cardiovascular. «Se ha postulado el aceite de oliva virgen extra como un alimento funcional clave para prevenir enfermedades inmuno-inflamatorias, entre las que se encontraría la esclerosis múltiple», puntualiza.
En su investigación no habla de prevención, sino de ralentización del curso de la enfermedad en un modelo animal, por lo que, a su parecer, puede ser «un primer paso» para apoyar la continuación de esta línea de investigación con la realización de ensayos clínicos y nutricionales para comprobar si, en pacientes con esclerosis múltiple, la oleaceína podría tener efectos similares a los observados en el modelo experimental preclínico.
Para María Luisa Nieto Callejo, un posible tratamiento con este compuesto fenólico se plantearía como un complemento al tratamiento farmacológico de rutina. «La oleaceína disminuye el perfil inflamatorio, de oxidación y la respuesta inmune en los ratones enfermos, por lo que podría ayudar a que el tratamiento farmacológico fuera más eficaz a dosis menores, disminuyendo los efectos secundarios y mejorando la calidad de vida de los pacientes. De todas formas, lo primero sería comprobar que el efecto observado en el modelo preclínico es trasladable a humanos», incide.
En este punto, la investigadora del IBGM sostiene que se está planteando un ensayo clínico con aceite enriquecido en este y otros polifenoles bioactivos en un grupo de pacientes con esclerosis múltiple. En este momento se están definiendo los criterios de inclusión, así como los parámetros a evaluar. De todas maneras, recuerda que el camino es largo hasta la incorporación de un compuesto a un tratamiento.
Este grupo de investigación siempre ha estado interesado en el estudio de los procesos inflamatorios y degenerativos. Así, hace años comenzaron a explorar la actividad de diferentes moléculas presentes en el olivo y el aceite de oliva con potencial antiinflamatorio. En esta línea, en los últimos años, desarrollaron un proyecto en colaboración con el Centro Tecnológico AINIA y la Bodega Matarromera, cuya finalidad era la obtención de diferentes extractos con actividad biológica, gracias a la recuperación y aprovechamiento de sustancias de naturaleza fenólica y triterpénica, presentes en el alperujo.
«El aceite de oliva, junto con el vino, son los dos alimentos más representativos de la dieta mediterránea. Ambos presentan un alto contenido en compuestos fenólicos, que son foco de numerosas investigaciones con la finalidad de identificar los potenciales mecanismos de acción y sus posibles virtudes saludables», expone Nieto Callejo para, a renglón seguido, subrayar que son numerosos los beneficios derivados de su consumo y, entre ellos, se han descrito sus efectos en la prevención de diferentes enfermedades como diabetes, obesidad, hipertensión, aterosclerosis, osteoporosis y cáncer. La investigación científica sigue aportando nuevos e interesantes descubrimientos sobre los beneficios derivados de su consumo, los mecanismos implicados y los componentes responsables de sus propiedades.
Están pensando su utilidad en pacientes para comprobar si los efectos de la oleaceína por vía oral son los mismos que inyectada por vía intraperitoneal. «No solo por evitar un pinchazo, sino porque sería una administración menos traumática y con mayor adhesión. El estudio ha demostrado un efecto neuroprotector de la oleaceína en el modelo animal que imita la esclerosis múltiple humana y pensamos que abre una puerta para su estudio en los seres humanos. El modelo de ratón que se ha empleado presenta una clínica bastante comparable con uno de los tipos de esclerosis múltiple en humanos y, aunque no siempre los resultados preclínicos son los mismos en la patología humana, se trata de una molécula con mucho potencial».
En su traslación clínica, insiste en que no se pretende sustituir ningún tratamiento farmacológico, sino complementar la terapia administrada de rutina, mediante intervenciones nutricionales con aceites enriquecidos o complementos alimenticios, buscando la posibilidad de espaciar los brotes que sufren los pacientes o que las recaídas sean lo más leves posible.
Fuente: ElMundo.es